¿Qué es Lean Startup?. La mitología griega nos cuenta que Teseo se internó en un laberinto que albergaba una criatura que podría magullarlo. Seguro de sí, Teseo con ayuda de Ariadna logra superar todas las dificultades, saliendo como el gran héroe de esta historia. Algo así se ve el emprendimiento, desde fuera. Muy mitificado por cierto.
Startup
Un emprendimiento innovador o startup desde el arranque solo presenta algunas predicciones nada fiables, ya que solo cuenta con corazonadas y conjeturas. En ese sentido, traducir la incertidumbre en una reducción de riesgos requiere atravesar dos momentos cruciales. El primer momento, consiste en identificar una demanda real que nos permita generar algunas hipótesis. El segundo momento, se relaciona con la puesta en marcha o ejecución. Es decir, corroborar las hipótesis nos llevará a saber si nuestras sospechas son ciertas o no, tan rápido como sea posible tras incontables experimentos.
Bajo ese contexto, Eric Ries (2014) nos dice “En una startup, no se sabe quién será el consumidor y qué es lo que el consumidor encontrará valioso; esa gran incertidumbre es una parte esencial de la definición”. Por eso, Ries considera vital dos ejes: la hipótesis de valor y la hipótesis de crecimiento. Ambas son denominadas como “actos de fe”.
Lean Startup
Este método llamado Lean Startup creado por Ries surge en los EE.UU. teniendo como pilares el agilismo, el desarrollo del cliente y el diseño del modelo de negocio. Siguiendo a Ries, este método se basa en la experimentación científica y el aprendizaje que nos permite ingresar a un circuito denominado Construir-Medir y Aprender (C-M-A) de manera rápida y a bajo costo. Por consiguiente, este proceso iterativo nos llevará a optimizar nuestras hipótesis o reestructurar nuestro modelo de negocio cuando tengamos un estancamiento (pivotar). Por ello, repetiremos el ciclo C-M-A imprimiéndole cada vez más velocidad que nos conducirán a maximizar el aprendizaje.
Producto Mínimo Viable
Todo esto implica lanzar una idea de negocio a partir de una necesidad real y generar actos de fe (hipótesis) que deben validarse sistemáticamente. Es un ejercicio de ensayo – error, donde fracasar es parte del proceso y está permitido. Para tal propósito, surge en palabras de Ries el Producto Mínimo Viable (PMV) que a modo de experimento permitirá corroborar o no, nuestras asunciones.
El PMV puede ser de baja calidad, pero funcional con los elementos más esenciales que tendrán que interactuar con el cliente considerando que todo aquello adicional es un despilfarro. Además, puede ser desde un video, una maqueta, el diseño en cartulina de una aplicación, etc. Es decir, puede ser tangible o no, pero a fin de cuentas es el vehículo que nos permite aprender a probar las hipótesis esenciales con el usuario o consumidor. Por esa razón, el PMV puede centrarse en elementos funcionales o emocionales como el caso de Drew Houston quien preparó un video de escasos tres minutos sobre Dropbox. Esta tecnología estaba pensada en primeros usuarios tecnológicos que quisieran tener sincronizada la información en todos sus dispositivos electrónicos. La lista de espera de una noche a otra pasó de 5 000 a 75 000 personas.
El PMV es el punto de partida del ciclo C-M-A para obtener feedback positivo que nos conduzca a un progreso más allá de aquellos indicadores tradicionales. Un salto a un pivote crucial requiere apostar por un motor de crecimiento pegajoso (retención de clientes) o viral (crecimiento por uso). Por ello, el PMV debe establecer hitos que recopilen datos y a partir de ello surjan las métricas (KPI), aun cuando esto puede resultar muy frustrante en algún momento, nos llevará al dilema de pivotear o perseverar cada vez que probemos el valor de una hipótesis.